sábado, 21 de abril de 2007

Murphy con suerte

Hay días, semanas o meses en los que es mejor dejar que el tiempo haga de las suyas y no rebelarse, así os voy a contar mis últimos días...
Todo empezó a torcerse cuando mi jefe me dice que me tengo que trasladar a Santander a realizar una estancia breve de trabajo (de esto hace aproximadamente 3 semanas y yo daba palmas con las orejas porque me moría de ganas de salir de esta ciudad que se me come por los pies a ratos), yo preparo todo lo que tengo que hacer para trasladarme y ellos se encargan de mi alojamiento. Mi objetivo era irme a mediados de mes de abril para poder estar de vuelta antes del 1 de mayo. El asunto no puede ser en las fechas previstas porque la gente tiene esa manía tan sana de cogerse vacaciones... (que está muy bien cuando eres tú el que se las coge y te sienta fatal cuando te afecta si otros se las cogen, ejemplo el clásico centro comercial que abre todos los festivos menos el que tú necesitas comprar algo urgentemente), pero no pasa nada porque mis queridos amigos con los que yo pretendía pasar el último fin de semana de abril preparan un viaje para esas fechas a la otra punta de España, y yo, por supuesto no puedo ir, y mis amigas del alma, repartidas por el mundo... eso ya lo sabéis. Así que asumo que sigo aquí y comenzaré mi viaje el próximo martes. Para redondear, no hay sitio en la residencia, me tengo que quedar en la última habitación libre de un hostal, y me han buscado un posible piso... para el resto de días (¿alguien está de acuerdo conmigo con que esto no van a ser menos de 2 semanas?... en mi trabajo el tiempo es un agujero negro).
Dejando el viaje y el trabajo a parte... esta semana y la pasada he perdido mi teléfono 2 veces, una de ellas en el coche, un día de lluvia horrible, después de remover todo el coche ochenta veces, recorrer bajo la lluvia todas las calles que había andado previamente, etc, etc, etc. Para que en un momento de desesperación, gire la cabeza y el teléfono estuviera a mi lado, en un sitio donde yo juro que miré varias veces. La segunda, esta semana, salgo a pasear con el perro y lo pierdo en el césped, una encantadora mujer llama a un amigo para que me avise al trabajo y pueda ir a recogerlo, ¿quién dijo que no quedaba gente honrada?.
El fin de semana pasado una chica de poco más de cuarenta kilos pegó un salto y cayó sobre mi meñique del pie izquierdo... todavía voy coja, pero tengo un encanto similar al de ese médico tan famoso, un poco borde que sale en la Caja Tonta los martes.
Nos vamos de Congreso!!! Todos van a hotel de 5 estrellas, pero yo me he quedado sin sitio hasta en el de 2!!!
Hoy... lo de hoy es de libro... Llevo las llaves de casa, y las del garaje en el mismo llavero, es enorme y perdí el llavero no hace mucho... Tras pasarme toda la mañana limpiando, decido ir a visitar a mi padre, al abrir el ascensor del garaje, las llaves caen por la rendija. Yo creía que eso no era posible, si llevaba unas 12 llaves!!! y me quedo con cara tonta, mirando el ascensor, con el perro en una mano, y las llaves del coche en la otra, preguntándome cómo voy a coger el coche si la llave del garaje está unos cuantos metros debajo del ascensor cuya puerta estaba sujetando, tampoco me podía ir a mi casa... ni conseguir otras llaves de mi casa porque todo el mundo está de viaje... pero yo creo que en unas horas conseguiré volver a mi casa porque últimamente tengo la Ley de Murphy con suerte, y primero me sale todo mal pero luego se arregla más o menos.

Ya está!! Necesitaba un poco de desahogo...

Creo que la próxima vez que escriba será desde Santander, si encuentro algún ciber cerquita de mi pequeño hostal.

Muchos besos y cuidado con Murphy que a veces es un poco borde.

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