martes, 11 de abril de 2006

Cristales mojados y quebrados

A veces el mundo se cae en pedazos, todos los cristales de las ventanas de una casa se caen de golpe, y se queda uno en pie, el cristal que estaba quebrado desde hace más tiempo, pero que no se rompe, porque se resite a resquebrajarse del todo, o porque alguien tuvo la delicadeza de subirse a la fachada y ponerle un parche que permita que aguante el temporal, y así, el cristal que parecía que antes se iba a romper es el único que aguanta los pedazos de alrededor. El pequeño cristal, que ya tiene los colores apagados por la vejez, los diversos temporales del invierno, y los cambios de temperatura, descubre que no es tan importante su color, que aunque no brille como antes, ahora debe tener fuerza, y entereza, porque existen partículas de luz que se agarran a él, y es peor romperse que perder color, al fin y al cabo, con los soles del verano volverá el color, porque el color siempre vuelve, y los temporales pasan, y esto, sigilosamente se lo cuenta a sus compañeros de fachada para que tengan fuerza para mantenerse en pie, y les dice, que el invierno ya acaba, y volverá a lucir el sol, después de la tormenta, porque el sol tiene que salir algún día, aunque ahora las nubes estén tan negras que no permitan verlo. Uno de los cristales, aquel que era azul ayer, y hoy está tan triste que se ha vuelto opaco y no deja que pase la luz, muestra un destello, y el cristal viejo y quebrado sonríe, porque la vida cambia, y volverá a cambiar, y alguien subirá a arreglarlos y sino viene nadie, entre todos conseguirán que la luz que desprenden ilumine la ciudad cansada.

Y así va pasando la vida, dejando temporales atrás que rompen millones de ventanas, y un día, vuelve a lucir nuestro gran astro, y todo quedó atrás, todo pasó... Porque al final, las tormentas se quedan como eso, simples tormentas, y yo, que me acompañan fotografías allí donde voy, os contaré un secreto, mis fotos preferidas son las de un paisaje de verano cuando la lluvia ya ha pasado.

miércoles, 5 de abril de 2006

Mentira

El mundo se ha llenado de mentiras, está lleno de mentiras y mentirosos, y ¿cómo no va a ser así, si empezamos mintiéndonos a nosotros mismos?
El otro día me quedaba mirando a ninguna parte, pensando, ¿hace cuánto que no digo verdades durante todo el día?, ya ni me acuerdo! Es difícil saber cuándo estoy mintiendo y diciendo la verdad, o simplemente ocultándola, de hecho, la mayor parte del tiempo la oculto, bien porque la sinceridad sea un hecho demasiado duro para el oyente, bien porque no sea estrictamente necesaria decirla, porque decirla es admitirla y no estoy por la labor, o simplemente, porque decir la verdad terminaría por romper el momento de magia. Existen suficientes razones a lo largo del día para que yo me quede con las verdades, con mis sentimientos y mis pensamientos, para que nadie más pueda disfrutar de ellos. Hay demasiada gente para compartir todo lo que se mueve dentro de cada persona.
Me quedaré quieta con mis mentiras, y pensando que casi todo lo que me rodea es un mundo imaginario, que no puedo saber si es real o irreal, y con eso me quedo, con mi pequeño alrededor embustero, con mis mentiras, los secretos de cada persona que me rodea, y los míos propios.
Así cuando camine por la calle, miraré a los ojos de la gente, y seré capaz de meterme en su mente y buscar su realidad particular, seguramente es más emocionante que ver las verdades de golpe.
Pequeño embusteros del mundo, analicemos todos cuántas veces al día somos capaces de ser sinceros.