jueves, 13 de julio de 2006

Malditos móviles

Recuerdo como si fuera ayer, y han pasado 7 años, el día que mi madre me prestó su teléfono móvil, era verano y se iban de vacaciones, yo me quedaba con mi hermana mayor, aunque no tengo mucho recuerdo de eso, creo que estaba poco en casa, ella estaba poco y yo también. Era una de las pocas que tenía móvil por entonces, de hecho, algunas de mis amigas tardaron 2 o 3 años en tener, ¡jajaja! me acuerdo de mi "Tata" diciendo que nunca tendría uno..., le costó, le costó mucho pero al final cayó. Entonces tenía el teléfono pero no le daba importancia, era para que mi madre me localizara de vez en cuando, no llamaba todos los días, por supuesto mensajes apenas nos mandábamos, y sólo lo usaba para hablar con ella, y a veces, si tenía una emergencia. Para todo lo demás, seguía usando esas cosas que ahora escasean por las calles, que eran acristaladas y tenían un teléfono dentro ¿las recordáis?.
Después me fui a vivir a Barcelona, y comenzó mi relación sentimental a distancia, convencí a mi novio para que se comprase móvil (ahora estoy hablando de hace 5 años, que me costó un año entero convencerle), el teléfono era mi modo de comunicación con el mundo exterior, porque mis compañeras de piso y yo consideramos innecesario tener teléfono en casa. Aún así, mis facturas eran bastante económicas, nunca fui una adicta a los sms, no me gustaba hablar por teléfono, y nunca me emocionó el mundo de las llamadas perdidas.
¿Quién me ha visto y quién me ve? Hoy una compañera de trabajo me decía que tengo necesidad del teléfono, nunca lo apago, y siempre lo tengo cerca, soy de las que lo deja encima de la mesa del bar cuando va a tomar café, pocas veces en el bolso, se ha convertido en mi reloj, soy muy veloz mandando mensajes, y mis facturas, aunque no alcanzan ni de largo la media nacional (los adolescentes hacen que suba como la espuma), han incrementado bastante. Aunque gracias adios, sigo odiando el mundo "lost call".
¿Y todo esto a que viene? Fácil, quiero que suene el teléfono y ya no sé que hacer, pero esto no es nuevo, les contaba a mis compañeras de trabajo que, antes, lo hacíamos con el fijo. Cuando esperabas una llamada del chico que tocara, eras capaz de levantarte del sofá 5 veces en media hora para asegurarte que el auricular estaba perfectamente colgado, cuando considerabas que sí que lo estaba, empezabas con el cable de la conexión, igual se había soltado y tú no te habías dado cuenta... Por supuesto, si tu madre, tu hermano, o tu abuela, decidían hablar por teléfono en aquel rato, les mirabas con cara de perro enrrabietado, y no dejabas de hacerlo hasta que colgaban (tu hermano, como buen hermano, todavía tardaba más rato en colgar solo por hacerte rabiar), una vez que el milagro se había producido, volvías a levantarte para oír el contestador, pero allí no había nada... Y así iban pasando los días, si estabas en la calle porque ya no podías esperar a hacer lo que fuera, estabas convencida que llamaría entonces, etc. , etc.
Pero no, señoritas, ellos no son como nosotras, y el teléfono, en general, les importa poco o nada, o eso dicen por lo menos, y lo digo porque comparto mi vida con un montón de amigos, y os aseguro que quedar con ellos es una odisea porque la mayoría de las veces se lo dejan en casa, sin batería, o simplemente no lo cogen, porque no les apetece levantarse del sofá, leen un sms y deciden que contestarán más tarde, pero luego se les olvida, y no intentes luchar con eso que es imposible, completamente imposible.
El caso es que... digan lo que digan, no puedo evitar que se me escape la mirada al teléfono una vez más, y cuando no veo nada, me dan ganas de tirarlo por la ventana, pero como soy mujer mi mente piensa "seguro que ahora llama".