miércoles, 7 de diciembre de 2005

Atracción fatal

Acabas de entrar en el bar, te miro, me miras, y la chispa está creada, los dos sabemos que todo lo que está por venir es lo de siempre, que no acaba bien, que nos lleva a las mismas frases de siempre, a las mismas miradas perdidas, a las mismas rayadas y como no, a querer hacerlo todo mucho más complicado de lo que en verdad es, porque, la única verdad es que no somos capaces de dejarnos llevar, ahora no, no queremos, no podemos, no tenemos el momento, ni el lugar, y la única manera de escaparnos de esta situación es destrozarla. Es un propósito común, tú deseas que esto acabe bien, yo deseo sufrir un poco y por eso, quizás, intento que acabe mal.

El mundo está lleno de atracciones fatales, ésta que acabo de describir no es sino una más, o una manera de verla. Últimamente, empiezo a ser experta en este tipo de situaciones, yo le deseo, él me desea, además existe un vínculo que podría convertirse en una preciosa amistad, y ambos nos quedamos allí, nadie nos dice que saliera bien o mal, pero la atracción es más fuerte que la cabeza, la química funciona mejor, incluso, que nuestros corazones, y nos lanzamos al abismo, con una caída libre. El problema es que, a mitad de camino, echamos de menos el paracaídas, y lo abrimos, tarde, lo suficientemente tarde como para rompernos todos los huesos del cuerpo, pero quedar vivos.

El mundo de los hombres y el de las mujeres, en el fondo, no se diferencia tanto como pensamos, tenemos las mismas preocupaciones aunque enfocadas desde diferentes puntos de vista.

Ahora que me voy acostumbrando a estar sola, me da miedo que vengan y me la arranquen de repente. Quizás por eso me limito a sentir la atracción, sólo química, mi cabeza, que todavía recuerda lo bonito que era estar enamorada, pide sentir otras cosas, pero no es el momento, y el corazón no está preparado, está hervido, sobresaturado, y se ha cansado de latir al compás de otra persona, ahora quiere relajarse, recuperarse, sentirse vivo para poder volver a latir con fuerza dentro de un tiempo.

Pero la atracción fatal no es un camino sencillo, y la cabeza da vueltas a todo, jugando a la soga-tira con mi vida. Porque deseas, pero no quieres, porque sientes, pero no estallas, y entonces empiezan las complicaciones, ya que además de tus historias mentales, dado que la otra persona, con la que no compartes la vida, todavía es un ser completamente independiente e individual, él tiene las suyas también, y, por supuesto se las guarda. En fin, que las historias que surgen para no complicarte la vida, como algo inocente y sano, al final se complican más, incluso, que las relaciones concretadas, en las que se junta la convivencia con los problemas cotidianos, y las discusiones habituales.

Complicaciones…, si no existen, las creamos nosotros.

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