miércoles, 28 de marzo de 2007

Cercanías, andenes y estaciones

“Es una hipótesis. La historia no llegará lo suficientemente lejos como para confirmarla. Y además nuestras certezas nunca son inamovibles. Un día uno quisiera morise, y al día siguiente, se da cuenta de que bastaba con bajar un par de escalones para encontrar el interruptor y ver las cosas un poco más claras... Sin embargo, esos cuatro estaban a punto de vivir los que tal vez serían los días más hermosos de sus vidas.”


Este es un párrafo del libro que estoy leyendo ahora, que me marcó la otra noche. No tengo muy claro porqué, pero me gustó, y lo guardé en uno de esos cajones del recuerdo, y como mis memorias, y mis debates internos los plasmo aquí... os lo regalo.


La mayor parte de nuestra vida la pasamos pensando en cómo será el futuro, deseando, esperando, ansiando. Deseamos que nuestra vida cambie, pero no luchamos para hacerlo, esperamos ese nuevo amor o que el amor dure para siempre, pero mienras tanto nuestras parejas ven como nos vamos alejando, ansiamos la perfección, sin llegar a comprender que la perfección no existe. En resumen, que nos sentamos en el andén de la estación y nos dedicamos a ver pasar trenes sin atrevernos a subirnos a ninguno, porque creemos que el siguiente será mejor. Pues no queridos, subiros al cercanías porque os enseñará parajes maravillosos, a paso lento, y os podréis bajar en estaciones perdidas que tal vez esconden un pueblo lleno de gentes increíbles, de vidas que no se cuentan, y quizás escondan una fuente iluminada de una manera especial, o un bosque mágico, o el gran amor de vuestras vidas. Y si el cercanías no os lleva donde esperábais, haced transbordo y coged un tango o un AVE, veloz, raudo, directo, sin paradas, porque puede ser un tren cómodo, lleno de rinconcitos electrónicos, con una película para pasar el rato, y en un ratito, casi sin pensarlo, estás en tu destino.


En fin... que las pantallas de las estaciones son muy bonitas para aburrise y pasar el rato mientras esperamos a que un amigo, un familiar, un amor, o un compañero, llegue de su viaje, pero no sirven para quedarse indeciso, pensando qué tren podrá ser el mejor, sino para atreverse, elegir uno, casi sin pensar, subirse y bajarse en la estación que más nos guste.


Con cariño desde mi cercanías particular.

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