miércoles, 25 de octubre de 2006

Dulce y tierna amistad

Qué bonito es cuando dos niñ@s se cogen de la mano en el jardín de infancia y se juran amistad eterna, confiando plenamente en que, en un futuro, estarán siempre juntos. No creen que exista nada en el mundo que pueda separarlos. Pero la verdad es que en primaria ya tienen otro mejor amigo diferente, y casi no recuerdan a aquel renacuajo que compartió con él clases de aprender a leer.

Con las mujeres el asunto empeora, los hombres, no tengo muy claro cómo lo hacen, pero conservan amistades desde la infancia. Sin embargo, nosotras, cuando la adolescencia aporrea la puerta de nuestra vida, destrozamos todos los lazos que pudieron haber existido, y ya no hablemos si algún hombre interfiere… ¡Inocentes damas que buscan un príncipe donde sólo encuentran ranas! Y son capaces de entregar su alma al diablo con tal de seguir a su Amor al fin del planeta.

Amigos…, aquellos que necesitamos tanto cuando se cruzan en el momento oportuno de nuestra vida, aquellos que deseamos que permanezcan siempre a nuestro lado para compartir nuestra vida, aquellos a los que les pedimos sinceridad y complicidad incondicional, pero son los primeros a los que fallamos cuando la vida da un giro, cuando se cruza el amor, cuando el trabajo se apodera del tiempo, cuando las distancias marcan el ritmo…

Amor y amistad, están tan reñidos tan a menudo… ¿Existe la amistad entre hombres y mujeres? Por supuesto, pero… ¿cuántas veces se confunde el amor con la amistad y la amistad verdadera con el amor profundo? ¿Cuántas amistades se desvanecen porque el amor aparece en la vida de una de ellas? ¿cuántas parejas de amigos rotas porque uno pide más del otro, más tiempo, más cariño, más cuidados, más mimos…, más amor? Y es que quizás ese amor fraternal ha dejado de serlo para ser un amor pasional escondido.

No soy la más oportuna para tratar este tema, supongo, porque la amistad para mí es algo muy importante pero no es eterno… Solía decir, cuando era más joven, que mi vida era un camino en el que la única que está siempre soy yo, y a ese camino de repente aparecen carreteras principales y secundarias que pueden compartir un trocito con mi camino, puede ser corto, largo, o para siempre, pero no es estrictamente necesario que sea eterno. Unos cuantos años después sigo pensando lo mismo, y conservo alguna amiga de la infancia, con la que he compartido más de 20 años de mi vida, pero ya no es una amiga, es alguien de mi familia, el resto han ido y venido, algunos se fueron hace muchos años y han vuelto después, otros se fueron para no volver, y hay algunos nuevos que siempre serán bienvenidos, y con los que cuidaremos los montes por los que transcurren nuestras vías.

Yo aquí estoy, trazando mi sendero, con paciencia, despacito, esperando que los que me acompañen sean felices.

Con todo mi cariño, para aquellos que alguna vez se han considerado amigos míos, porque la memoria no olvida a aquellos que se fueron y en mi pensamiento siempre están los que hoy en día comparten mi vida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno ya sabes dónde está mi silla respecto de la tuya..
que te quiero!

Anónimo dijo...

En mi opinión cuando se habla de relaciones sobran las etiquetas. Ya van siendo bastantes años para el movimiento de nuestras vidas (y que se conserve muchos años!)
Beesicos

Pau Esquivias dijo...

En fin, lo de la amistad hombre-mujer ya sabes lo q opino, si pero...siempre peros, nunca me salio bien asi que empiezo a no creer en ella. Viva los q la tienen, ole por ellos.

Por otro lado, la amistad hay que cuidarla, mimarla, respetarla y dejarla crecer. Es muy dificil pero se consigue. Tienes grandes amigos asi que ya sabes, a cuidarlos y que te cuiden.

Un besico gordo