lunes, 18 de julio de 2005

Verano en la ciudad

Me he puesto a escribir una historia en el ordenador, y de repente me ha apetecido contar algo en el blog, no tengo nada pensado, pero algo saldrá.

Me gustan las ciudades en verano, pese a ser deprimente trabajar mientras toda la ciudad se escapa de vacaciones, parece que tras muchos años, una ya se acostumbra a esto y luego hasta lo echo de menos. Todo comienza el uno de julio, aquí empieza la primera espantada, la primera mitad de la ciudad sale en bandada, huyendo del calor hacia lugares, donde, no es que haga menos, se lleva mejor, hablemos de playas, pueblos de donde proviene la familia o pequeños aldeas o lugares de vacaciones en la montaña. La otra mitad se queda asqueada, deseando que llegue su turno para poder disfrutar de su retiro.

Yo que, como ya he dicho anteriormente, llevo unos cuantos veranos de mi vida, moviéndome poco de la ciudad, me dedico a observar el comportamiento del hombre, y a aprender a valorar, las pequeñeces que te ofrece una ciudad sin gente. Por ejemplo, un tópico, me ha costado venir a trabajar por la tarde, 5 minutos menos, vale no es mucho, pero es que para ir a comer a mi casa, no había atasco. Cuando vas de compras, no piensas en cuándo van a inventar los coches plegables, que te los metes en el bolsillo, y ya está… Otra de las delicias del verano en la ciudad es cogerte un buen libro, y sentarte en una terraza a leer, sola, sin que nadie me llame por teléfono, porque no hay nadie en la ciudad, disfrutando del café con hielo, el té, o lo que sea, mis pensamientos y mi libro, en esas tardes me da tiempo de observar a la gente…
También es verdad que los días de ola calor, como estos últimos, vivir en la ciudad es insufrible, pero… no todo puede ser bueno.

¿Y todo esto a qué viene? Viene a que he estado unos días en Barcelona, ciudad que me acogió durante los años de la carrera, y a la que tengo mucho aprecio, pero no había quién caminara sin recibir un pisotón, todos los turistas de España que están en una ciudad, deben estar en esa, porque no cabía un turista más por metro cuadrado, entonces me ha hecho valorar las delicias de la ciudad sin gente, porque si algo me gustaba de Barcelona era la calma del fin de semana, después de todo el estrés de la semana, disfrutar de la paz de una ciudad enorme sin gente corriendo de aquí para allá. Todo esto viene desde el corazón de una auténtica urbanita, supongo que esto explica mi punto de vista.

En fin, vamos a ser realistas, que me muero de ganas de tener unos días de vacaciones para aburrirme y poder escribir un poco, una historia que tengo por algún lugar empezada y que os iré enseñando trocitos. El problema es que la ciudad vacía pero conmigo encerrada en el laboratorio, tampoco es que la disfrute mucho, pero si tenéis un rato libre, salid a pasear por las ciudades en las que vivís, y veréis como no es para tanto el verano en la ciudad.

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